De locuras, Juana

Retrato de Juana la Loca. Autor: Juan de Flandes.

Hace unos días escribí la palabra “loca” y, acto seguido, me pregunté sobre su etimología. Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que hay un gran debate sobre la procedencia de esta palabra. Tras leer un artículo sobre la postura de Joan Corominas decidí quedarme con mis acepciones favoritas.

Parece ser que una de las posibilidades etimológicas que tiene la palabra “loco”, y que está desestimada, es el latín “luscus” que significa: que tuerce la vista; una posibilidad muy cercana a “lucus”, que significa luz en este mismo idioma.

Ambas posibilidades me parecieron bonitas, pues ¿qué es un loco sino alguien que mira hacia otro lado? ¿Qué es la locura, en muchos casos, sino iluminación?

Sin embargo, todo apunta a que está más relacionado con “locus”, que significa lugar. No sería extraño, a fin de cuentas un loco es alguien cuya mente está en otro lugar, ya sea por locura de amor o locura perenne.

De todos modos, no siempre ha existido la locura ni los locos. El primer escrito que se recoge con la palabra “locura” con el significado que conocemos actualmente es el Cantar de Mío Cid, datado en 1140. En cuanto a “loco”, con este mismo significado, se encuentra en el Fuero de Madrid, de 1141.

Mientras seguimos investigando dónde tuvo su origen etimológico esta palabra, recomiendo leer Elogio de la locura, una obra magnífica y controvertida escrita unos siglos después por Erasmo de Rotterdam, cuando Europa empezó a volverse loca con la imprenta y con la posibilidad de poder interpretar la Biblia.

 

Este post está dedicado a Juana I de Castilla (Juana la Loca), la reina que nunca reinó. Ninguneada primero por su marido, después por su padre y, por último, por su hijo (¡como para mantenerse cuerda!). Hoy se cumplen 462 años de su muerte en Tordesillas.

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